Hay fechas que marcan una época y que imbuyen de simbolismo a las generaciones que les toca vivirlas. Como si se tratara de un marchamo, precisan el momento concreto y configuran un legado que define buena parte del futuro. Algunas tienen la capacidad de trascender el entorno físico donde el evento que les dio sentido ocurre, de manera que constituyen un referente de mayor escala. El 11 de septiembre de 1973 es una de ellas. No solo supuso el final violento de un proceso político en un país concreto, Chile, que tuvo que acarrear durante las décadas siguientes con su dramática huella, sino que impactó en la sociedad internacional de forma notable.