Columna semanal de Manuel Alcántara, La esquina desnuda, en Salamanca rtv al dia.

“El influjo antropoide a la hora de analizar la realidad circundante es una constante en la historia de la humanidad. La tendencia a otorgar parámetros antropomorfos a seres dotados de vida ha estado siempre presente como lo evidencia la humanización de los animales en las leyendas tradicionales y en las fábulas clásicas. De ello los dibujos animados de la factoría Disney tomaron buena cuenta. También esa visión impregnó desde hace siglos a entidades de naturaleza distinta, jurídica, dicen algunos, social, dicen otros. Reflejar a un ser humano denominado Leviatán por Thomas Hobbes u ogro (filantrópico) por Octavio Paz para explicar con cierta pedagogía al estado moderno es una muestra de ello. También lo es en la tradición francesa la distinción entre instituciones-cuerpo e instituciones-cosa. Las primeras corresponden a una colectividad humana unida por una ideología o por necesidades comunes estando sometida a una autoridad reconocida y a reglas fijas. De la equiparación de la sociedad con el cuerpo humano hay evidencias suficientes desde el pensamiento griego.”

Vanidad institucional